En el Atlas Catalán de Cresques se sitúa en el océano Índico dos grandes islas, la isla de Iana, en posible alusión a Java, por confusión, y la isla de Trapobana "que seguramente alude a Ceilán".
"A diferencia de otras islas maravillosas surgidas de la fantasía de geógrafos y viajeros, la mítica Taprobana ha desaparecido del imaginario popular. Nadie recuerda ya sus hormigas, grandes como perros, su extraño firmamento vacío de estrellas ni los laberínticos canales marinos que conducían a sus costas.
En otro tiempo, los navegantes soñaban con los metales preciosos y las perlas que les esperaban allí, aunque para llegar debían emplear supuestamente toda su destreza náutica. Según la leyenda, la isla se encontraba en el océano Índico, rodeada por un mar con solo seis pies de profundidad salvo en una serie de canales naturales que, al contrario, resultaban insondables. A través de ellos habían de hallar su camino los navíos, con cuidado de cruzarlos antes de que empezasen los cien días previos al solsticio, pues entonces las tempestades los volvían innavegables. Para orientarse, los capitanes apenas podían recurrir a las estrellas: en el cielo nocturno de Taprobana no lucía ninguna, aparte de Canopus, que brillaba con inusitada intesidad. La luna tampoco era visible habitualmente, tan solo durante el segundo cuarto.
En la isla había gran abundancia de frutas (gracias tal vez a los dos veranos de que disfrutaba) y de pesca. Según Plinio, sus habitantes vivían una media de 100 años y no dormían ni durante la noche ni durante el día. Habitaban en pueblos pequeños de construcciones poco elevadas, y vestían como los árabes, salvo su rey, que utilizaba una túnica. Este era elegido entre los ancianos más sabios de la isla y gobernaba siempre con clemencia. Entre la población no existían jueces, pues no se cometían delitos. Pero lo más extraordinario de Taprobana era su fauna. Afirman algunos autores que en las selvas de la isla vívía la anfisbena, la mítica serpiente con dos cabezas, una en cada extremo del cuerpo, ambas igualmente venenosas. Si su cuerpo era partido por la mitad, las dos mitades volvían a unirse.
En las montañas- cuenta Juan de Mandeville- habitaban unas hormigas gigantes, del tamaño de un perro, que extraían oro y plata de la tierra y lo protegían de los isleños con gran ferocidad. Estos aprovechan días de calor, en los cuales las hormigas se refugiaban bajo el suelo, para subir a la montaña y cargar caballos, camellos y dromedarios con los minerales preciosos. Cuando no hacía tanto calor como para que las hormigas permaneciesen en sus hormigueros, los habitantes de la isla empleaban cierta estratagema. Enviaban a pastar al monte varias yeguas con grandes cestos atados en sus costados. Estos cestos rozaban casi con el suelo y tenían una abertura en su parte superior. De forma espontánea, las hormigas los llenaban, debido a una natural inclinación que sentían a ello, con lo que al final del día las yeguas regresaban a sus dueños con los cestos llenos de oro y plata."
(Sobreleyendas.com / la mítica ínsula Taprobana)
En este texto entre el mito y la leyenda se ocultan datos reales de gran interés, por ejemplo nos dice que para llegar a Taprobana los navegantes no podía recurrir a las estrellas habituales, esto nos quiere decir que se encontraban en otro hemisferio, el hemisferio sur. Entre las estrellas más brillantes se encontraba Canopus, una estrella del hemisferio celeste Sur profundo.
También se dice que las aguas que rodean a Taprobana son poco profundas, simplemente está describiendo el Estrecho de Torres que separa Australia de Papua.
"El estrecho une el mar del Coral (al este) con el mar de Arafura (al oeste). Es MUY POCO PROFUNDO, y el laberinto de arrecifes e islas lo hace muy difícil de navegar. En el estrecho se encuentran las islas del Estrecho de Torres, habitadas por los isleños del estrecho de Torres, un pueblo melanesio relacionado con los papúes."
Pero la información más interesante la aporta Juan de Mandeville, según Juan de Mandeville, en la isla de Taprobana habitan hormigas gigantes, del tamaño de un perro. Sí, sí, del tamaño de un perro, textualmente.
Y qué casualidad que las hormigas más grandes del mundo son endémicas de Australia, son las hormigas con nombre de perro, las hormigas Bulldog:
"Myrmecia es el único género de hormigas de la tribu Myrmeciini perteneciente a la subfamilia Myrmeciinae conocidas vulgarmente como hormigas bulldog u hormigas gigantes australianas. Se caracteriza por su agresividad, gran tamaño y de costumbres solitarias. Estas hormigas pueden medir desde 1,5 cm la especie más pequeña, hasta 3 cm, convirtiéndolas en las hormigas más grandes del mundo. Las 90 especies conocidas son endémicas de Australia y una de Nueva Caledonia, donde es rara."
(wikipedia)
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