viernes, 10 de junio de 2011

Osiris versus Jesucristo




En el blog hemos visto como en el siglo V a.C Hanno descubre el continente americano, siguiendo, seguramente, la estela de antiguos navegantes fenicios y egipcios. Hanno demuestra en su viaje hacia el ocaso que el mundo es simétrico desde un punto de vista cosmográfico. Este hecho será sincretizado por el cristianismo en la figura de San Juan Bautista. Pero todo esto que estoy contando pudiera tener unos antecedentes mucho más antiguos en el tiempo, y que los elementos que configuran el cristianismo pudieron haberse repetido 3000 años atrás, en el tiempo. Así tenemos la figura egipcia de Osiris, señor de los occidentales, curiosamente, señor de la resurrección como Cristo, y también señor del vino como Cristo. El rapto de las Hespérides por parte de Busiris quiere explicar esto. Las tres entradas siguientes intentarán poner de relieve esto que he contado. Como los elementos que constituyen el cristianismo pudieran tener unos antecentes milenarios en el tiempo. Con esto estoy afirmando que muy posiblemente el mundo egipcio conociera la existencia del continente americano hace muchos años. No es de extrañar que en el reino sagrado de Perú, donde nace el Amazonas o Marañón, se construyeran pirámides coetáneas a las de Egipto. El complejo de Caral tendría su continuidad en los complejos culturales de Chavín de Huantar, y de Machu Pichu. Ambos construidos en el nacimiento del Amazonas. Quién construye en el nacimiento del Amazonas, no está mirando hacia el Pacífico como era de esperar en Perú. Está mirando hacia la desembocadura del Amazonas. Hacia el Este. La entrada de Osiris y Jesucristo quiere poner de relieve la estrecha relación entre ambos, las similitudes que existe entre ambos. Mientras que la entrada del pilar Dyedd intenta establecer una analogía entre el Crismón como "eje del mundo", y el pilar Dyedd también como "eje del mundo". En este caso situado en Egipto. Todas las entradas están copiadas de la wikipedia. Yo simplemente me hago eco de ellas siguiendo un hilo argumental en el blog. A veces lo importante no es el contenido, sino como se ordene ese contenido.

Jesús versus Osiris


Pilar Dyedd


Pirámides de Caral




(El siguiente texto está obtenido del blog abcienciade.wordpress.com)


Jesús, 3000 años antes de Cristo




En la Navidad pasada hablaba de las semejanzas entre el Nuevo Testamento y la literatura egipcia acerca del nacimiento de Jesús. Pues bien ahora con la festividad de la Pascua toca hablar sobre la relación entre la muerte y resurrección de Jesús y Osiris. Referencias: Jesús, Evangelio, Egipto, Osiris, muerte, resurrección.

Este post es la continuación y final del articulo “Jesús, 3000 años antes de Cristo“, escrito la Navidad pasada. Si la Navidad representa su nacimiento, la Pascua marca su muerte y resurrección.

Jesús entra en Jerusalén montado en un asno y es aclamado por la muchedumbre que lo saluda con ramas de palma en las manos. La entrada del mesías esta dentro del contexto de las fiestas de los Tabernáculos. Estas fiestas tenían lugar en las primeras semanas de otoño y se daba gracias a Dios por los frutos recolectados. Tiene origen en los tabernáculos, tiendas o cabañas que levantaban los judíos en los campos durante la temporada de recolección. Durante la fiesta, los judíos iban en procesión al Templo, llevando ramas de palmera, mirto y sauce.

Lo sorprendente para nosotros es porque Jesús monta un asno, pero para un egipcio no sería sorprendente. Le recordaría al mito de Osiris enfrentándose a Seth, su hermano maligno. Podríamos considerarlo, simplificando mucho, como la lucha entre el bien (Osiris) y el mal (Seth). A menudo Seth es representado bajo el aspecto de un asno pelirrojo o como un hombre con cabeza de asno. Cuando Osiris surge vencedor, Seth es aplastado y Osiris monta sobre Seth en forma de asno.

El simbolismo de Jesús entrando en Jerusalén montando un asno es fácil de interpretar en el contexto egipcio. Jesús entra en Jerusalén como vencedor del mal.

Ancestralmente el temor a la muerte por hambre y sed se manifiesta en todas las invocaciones a los dioses. El pan de la vida encarnado en Jesús destinado a dar la vida eterna es un símbolo de Osiris que por su parte se le considera en los textos más antiguos “Es él (Osiris) quien hizo el grano del líquido que hay en él para alimentar a los nobles y al común del pueblo, soberano y señor de las ofrendas alimenticias, soberano y señor de los víveres”.

En los ritos egipcios se asocia la muerte de Osiris a la germinación del grano, germinación que simboliza el retorno a la vida de Osiris. El pan hecho con este grano proporciona la vida eterna.

Hay que recordar que Osiris es asesinado por su hermano Seth de forma violenta. La muerte de Osiris permite la germinación del grano, que a su vez debe morir para ser transformado en pan, el pan con que se alimentan los vivos, los dioses y los muertos. El pan simboliza el cuerpo de Osiris.

Recordemos el evangelio de Juan (12,24): “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; mas si muere, lleva mucho fruto”. Se compara la muerte de Jesús con el grano germinado, que ha de conducir a los hombres a la vida eterna. El pan de vida encarnado por Jesús que da su cuerpo para salvar la vida en el mundo.

De forma general a una divinidad irritada en lugar de sangre se le ofrece vino de forma simbólica, en algunos papiros al vino se le denomina “sangre de Osiris”. Osiris ofrece su sangre en una copa de vino a Isis, para que esta no le olvide después de muerte. Este episodio se parece mucho a la eucaristía de Jesús antes de su muerte.

También tenemos la semejanza de Jesús orando solo en el monte de los Olivos, con Ramses II en la batalla de Kadesh. En las dos aparecen estas relaciones, la soledad del personaje, el abandono de sus compañeros, el peligro de la muerte, la oración, los reproches dirigidos a los compañeros. Incluso el faraón, en Egipto el hijo de Dios, llama a la divinidad “Padre”.

Es curioso observar que la muerte de Jesús se produce a la edad de unos 30 años que son los años que indicaban el término de la eficacia de un faraón. Después de un reinado de 30 años el faraón tenía que renovar ritualmente las fuerzas reales en el transcurso de una fiesta, la fiesta Sed. Aunque seguramente en sus inicios ancestrales el faraón era muerto y reemplazado por otro. Tenemos pues, que los destinos del faraón (Osiris) y Jesús son parecidos, los dos aparecen como seres que sufren la muerte por traición, Osiris por su hermano Seth y Jesús por su discípulo Judas.

Los egipcios sentían profundamente la muerte de Osiris, Herodoto cuenta que en Sais, en el santuario de Athena “se dan representaciones de la pasión de Osiris a la que los egipcios denominan misterios”. La palabra misterio hay que entenderla en el sentido de drama sagrado, que reproduce una escena religiosa.

El último acto de la historia de Jesús trata de su resurrección, aunque ninguno de los evangelios la cuenta. Hay unos indicios, entre los cuales están las apariciones a los apóstoles. Las narraciones tiene unos nexos en común, como son la presencia únicamente de mujeres, el descubrimiento del sepulcro vacío, la aparición de un ángel, la noticia de la resurrección y el anunció de la ascensión. Así pues, los primeros testigos de la resurrección son mujeres. Los apóstoles no las creen y Pedro va a verificar sus afirmaciones, pues en Palestina se podía poner en duda el testimonio de las mujeres. No ocurre lo mismo en Egipto, en donde desde la época faraónica la mujer tiene los mismo derechos que el hombre.

En los evangelios aparecen uno o dos ángeles, para los egipcios serian Isis y Neftis velando el lecho en el que se encuentra el cuerpo de Osiris. Isis en forma de ángel tal como lo entendemos nosotros, con las alas desplegadas. En el mito egipcio las alas de Isis representan el aliento necesario para resucitar a Osiris.

Según los evangelios Jesús murió el viernes, vigilia del sábado y resucitó el domingo por la mañana. Pasaron tres días antes de resucitar, aunque es una fórmula de salvación utilizada en el lenguaje de la época. Por ejemplo en el Midrash a propósito de Gen se lee “el Santo, que sea alabado, no deja jamás a los justos tres días en el desamparo”. Igualmente sobre José, Jonás, Mardoqueo y David se dice “Después de dos días nos devolverá la vida, el tercer día él nos levantará, y viviremos en su presencia”. Recordemos la historia de Jonás que permaneció tres días y tres noches en el vientre de un pez.

Quizá esta creencia popular aparece como consecuencia de que el cuerpo de un muerto empieza a descomponerse al cabo de tres días. Esta cifra de tres tiene un simbolismo en casi todas las civilizaciones. También puede interpretarse en el siguiente contexto astronómico, durante veintiocho días aparece la luz de la luna, desaparece y al tercer día vuelve a aparecer. Osiris muere a los veintiocho años y resucita después de tres días.

Evidentemente el concepto de resurrección es mucho más complejo, ¿se trata de la resurrección del cuerpo, del alma o de los dos?. Jesús aparece como un ser de carne y hueso pero al mismo tiempo los apóstoles primeramente lo desconocen. Es un cuerpo transformado y transfigurado por la resurrección.

Según los Textos de las Pirámides, la resurrección es una resurrección del cuerpo, pero es un cuerpo transformado que rehúsa permanecer en la tierra. El retorno a la vida es un renacimiento donde la purificación y el agua tienen un papel decisivo. Osiris es rey y pastor, pastor de su pueblo, que por su muerte y resurrección permite a los difuntos resucitar a su vez.

En definitiva, el Evangelio está hecho a imagen y semejanza de la religión egipcia

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